La escalda clásica es para muchos el culmen de la escalada, exceptuando los free solos. Lo que identifica a este tipo de escalada es que en su práctica no encontrarás chapas ni anclajes permanentes en la pared, ¡porque no se necesitan! Si quieres vivir una experiencia de escalada clásica, debes ser tú mismo quien ponga y quite los seguros para ir progresando por la pared.

Parece mentira que sea posible enfrentarse al ascenso de 20 o 30 metros de altura armado solamente con unas pocas protecciones que cuelgan del arnés. Una situación en la que, además, hay que ir eligiendo y colocando el material cuidadosamente en la pared para que no se salga de su sitio y cumpla su función.

Estas herramientas mágicas que nos permiten anclarnos a la roca y no caer del todo al vacío cuando algo no sale bien son auténticas obras de ingeniería, sin embargo, algunas son más simples que el mecanismo de un chupete.

El equipo de protección utilizado en la escalada clásica incluye empotradores, fisureros, friends, y otros dispositivos que se colocan en grietas o huecos de la roca para asegurar la cuerda en caso de caída. Este equipo se retira de la roca una vez que se ha completado la escalada, dejando la montaña en su estado natural.

La escalada clásica se caracteriza por su enfoque en las líneas naturales de la roca y las rutas que siguen características como fisuras, chimeneas, aristas y salientes. Estas rutas suelen ofrecer una gran variedad de desafíos y requieren una combinación de habilidades técnicas, físicas y mentales para superarlas con éxito.

Aunque la escalada clásica puede ser más desafiante y requerir un mayor nivel de experiencia y habilidad técnica que la escalada deportiva, también ofrece una sensación de aventura y exploración que atrae a muchos escaladores. La escalada clásica se practica en una variedad de entornos, desde paredes de roca natural hasta montañas alpinas, y puede ser una experiencia profundamente gratificante para aquellos que buscan un desafío emocionante en la naturaleza.